jueves, 12 de enero de 2012


3.2.3.1.1 Esta vez, por lo menos una docena de espectadores se concentran en torno a la mesa donde se celebra la competición. El Matador bebe vodka y te saluda con una sonrisa sardónica de sus dientes podridos, antes de aceptar el reto. Tus tendones crujen y los dedos, agarrotados, se te quedan blancos ante su presa. Los músculos, doloridos, apenas responden y se niegan a pelear. No tienes nada que hacer, y en menos de cinco segundos tu mano impacta fuertemente contra las tablas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario